lunes, 22 de febrero de 2010

Pic-nic


Mil cerezos te regalé esa tarde. Galería de otoño para los demás. Se arrastró mi vida en tus manos y la paleta de colores que fue ese espacio acabó por permear. Se metió el paisaje a tus ojos, hasta más allá. Intenté fugarme, para contemplar. Me atrapó tu vista, me agarró tu forma de observar; y se metió el paisaje y la niebla y la nieve en tus ojos, como por impulso, como para ahondar. Yo metí mi vida en un grito, yo guardé esa tarde para amar; yo te ví buscando lo que fuera verdad.

Comenzó para soñar. Te encontré de madrugada, a la vera de tu hogar; quinientas millas para andar. Aplanamos el rumbo y el norte mientras te veia dormitar; acaricie tu pelo y tu mano y tu mente para arrullar. Manejé el momento y el auto y la irrealidad. Comenzó soñando por que se hizo para soñar.

Escogí un lugar que pareciera eterno y decidí aparcar; tome las flores y la canasta y las mantas para acampar. ¿Cuántas veces dije amarte sin hablar? Dije lo que quise decir por que no había más que saber estar. A tu lado se volaba el tiempo y parecía escurrir, a tu lado apareció esa vida para compartir. Y ahogamos el silencio al conversar, desprendidos, sabíamos hacer una nueva realidad, con palabras, con ejemplos, con el saber platicar. Toma y daca, los piropos nos surgieron así, nomás. Cuando la tarde pintó la escena, me volteaste la cara, me sorprendiste, me comenzaste a besar. Se convirtió en eterno el lugar; mil cerezos a nuesro lado te regalé, guardé mil palabras para decirte por que no había porqué y nos abrazamos tanto que nos fundimos en el pasto como fusionándonos con el lugar, para dejarlo eterno en nuestras almas al saber ahondar.

Cubierto de tí te descubrí, mujer. Entré a tu alma por tus ojos, como en el reflejo del paisaje que nos vió adentrar y me guardé en tu alma, un segundo nada más y solté el grito que tanto guardé: "te amo" con fuerza, Te amo mil veces grité, en tu alma, enmedio de tu ser. Y me salí a mirar, me salí del trance para hacerlo realidad. Te besé despierto, te besé soñando y amarré tu cuerpo con mis brazos. Y así como el paisaje nos pintó paradisíacos, así guardé esa tarde para siempre, para cuando tuviera aun más ganas de quererte.

Ahora que me pides que te cuente mi verdad, deja escapar en tu alma mi grito, deja insondables mis palabras por piedad. Vive mi voz contigo. Vive para soñar. Que no se pierda en tu mente lo que sembré en tu alma cuando me dejaste entrar.