viernes, 18 de diciembre de 2009

Amago transparente



Salí a cazar y derramé sangre. Perseguí esencia, enmedio de bandidos, como eludiendo, como apagando un cigarro a medio fumar. Salí caminando por la puerta de mi casa, por el vestíbulo de mi edificio, por la acera de mi calle, por el aire que me empaña la vista, por tantas cosas que me nublan la mente que, olvidé que más que a la vida, más que al tiempo, salí a cazar.

Decidí sumergirme en una manera de mirar y aquí estoy, inmerso, doce años después, aletargado, momificado; cazando unos ojos, una noche, para bendecir mi descanso simulando que encontré la presa que estaba buscando.

Salí a cazar y derrame mi sangre por amor, por haber dejado un corazón intacto, en aflicción, putrefacto. Éste, mi corazón, que se murió de sed cuando se acabó mi llanto.

Vacío como estoy, decidí perdonarme la vida, hoy mismo, como aguinaldo. No tendría por qué amagar a la noche que hasta aquí me trajo. Hasta a tí me trajo. Hasta despertarme ahogado con mi vaho y mi desencanto. Vacío relato. Quedo azorado.

Nada de lo que te cuento está pasando. Nada por mis sueños por que este viaje astral se sucede en un mundo ahogado, superado por lágrimas y papeles sudados. Mira cómo exprimo un corazón, doce años después, sólo por honrarlo, también para maltratarlo. Mira cómo no respiro, cómo no te miro para seguir soñando. Déjame volar que soy yo quien lo está contando. Déjame que el sueño siga hasta la eternidad. Deja que te acaricie en memoria, al tanto que veo mi cuerpo tendido, separado.

Nada como salirse de uno mismo, a placer, sabiendo que no se está soñando. Salir de uno mismo a placer... Cazando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario