martes, 16 de noviembre de 2010

17-11 (The Lovers Promenade)

17-11

Every year, in my life, there’s a night in which my mind manages to travel through the mist of time. That night, tonight, takes my spirit into a joyful moment, to one of the most precious memories I can treasure, to the very meaning of love and happiness. As I have neither means nor ways to say a simple thank you, let this perhaps, easy journey, to explain what I felt that evening when you became a little more than everything to me. You and me, pictured in that very evening, is the recurring valuable gift that I await for every November the 17th.

No hay mejor historia de amor para la memoria que la primera, la que no se puede olvidar, la que marcó nuestra manera de proceder, de sentir, de saber cuándo es que uno quiere a alguien, cuándo uno quiere sin juzgar. Esta fecha en particular me significa un recuerdo extraordinario, una sed de pasado, de lo elemental. Hoy hace veinte años me sabía verdaderamente enamorado y por ello, simplemente, supe tu vida en la mía como elíxir. Por ese magnífico estado emocional tu vida trascendió y trasciende lo suficiente en la mía como para hacer de unas palabras un sencillo homenaje a esa extraordinaria mujer que eras, por que me supiste llevar de lo llano a lo puramente emocional, me hiciste saber que estar enamorado mueve mi mundo, me llevaste como soñando al sentimiento más auténtico, a lo fundamental. Éstas líneas son para ti, dondequiera y con quien estés, deseando siempre que recuerdes esa tarde como yo lo hago. Por la alegría que me trae tu recuerdo. Veinte años no es nada…

No sé si fue mayo o junio pero me la recuerdo en noviembre por que éste es tu mes y si te es sagrado me es sagrado al fin. Habríamos, a la usanza de la época y atados a las modas siempre pasajeras, intercambiado nuestros relojes un par de días antes. Habríamos gastado la baquelita de los teléfonos, por las horas que pasábamos hablando de cualquier tontería, de lo cotidiano diario, de lo que me representaba quererte tanto, siempre quererte más que a mí. Habríamos quedado en vernos, poco antes del rendez vous, de la gran fiesta, del gentío, de la masa social que nos rodeaba todos los días gritando una historia imposible pero cercana al universo por su carácter irremediablemente fantástico. Por que me era fantástico saberte, me era indescriptible lo que sentía por ti. Habríamos, pues, delimitado la cancha, el terreno, el lugar, no así el momento ni la magia ni lo que se quedaría pendiente, ni lo que podríamos recordar. Habríamos pactado tácitamente no mirarnos sino hasta el final, esperar que los momentos de socialización se comieran la tarde y al mundo y a las miradas poco amenas que tendríamos que soportar. Habríamos hecho tantas cosas que no hicimos por que era mejor mirarnos, pensarnos y saber que alrededor giraba un mundo pero en su centro giraba el más profundo de los enamoramientos, el mío, el nuestro quizás. Por que te sabías la dueña de un universo, el tesoro más sagrado de un corazón embriagado de ganas de amar, de una mente intranquila, deseosa de pensarte más horas de las que tuvieran los días, de un corazón bombeando sangre destilada en tu eterna estampa en sí tatuada por el mero hecho de haber encontrado nuestros karmáticos caminos. Causa y efecto, al fin, algo pasó esa tarde que te grabó en mi alma y cada que toco esa cicatriz devengo en lo indescriptible, lo pujante de un chavo de quince años descubriendo lo más grande que se puede sentir en la vida, descifrando un carácter, desprendiéndose de su propio orgullo sólo por amar a alguien más allá de lo que se puede, propiamente, amar.

Nos encontramos cerca de las tres. Quise encontrarte antes por que me desparramaba por decirte lo magnífico que me resultaba saber que me casaría contigo tantas veces como fuera necesario, ese día o todos los días que sobrevinieran al idilio, al estado de infatuación que vivía. Quise encontrarte antes pero me demoré escogiendo la colonia que hube de vaciarme para tener un olor inolvidable, la chamarra que me guardara de la lluvia y que pudiera abarcarte al abrazarte, mis mejores jeans, camiseta blanca y botines; me tardé en peinarme, en fumar un cigarro a escondidas, en caminar hasta la escuela, en saludar a los amigos y en recorrer los puestos, analizando con sumo detenimiento el proceder de quienes habrían de atestiguar la más benigna de mis tardes. Sabía bien que me guardaría esa tarde en lo más profundo de mis sentimientos y la preparé divina por que así acabó siendo. Te encontré casada, como en tu cuarto matrimonio, con demasiados muñequitos de peluche que tus maridos te habían regalado, te invité tu divorcio y te rogué, tantas veces como fue necesario para casarnos, te resististe, te molestaste, te carcajeaste de todas las ocurrencias que te contaba y fue tanto lo que nos divertimos en el jaleo de los amoríos que después de un algodón de azúcar y unos vasitos de insípido ponche de cubeta, te quitaste todos los anillos, me miraste como nunca nadie me había mirado y me llevaste al registro civil para casarnos. Y nos casamos, de mentiritas, de kermesse. Y me sentí soñado. Pero se trataba de juzgar y jugar, se trataba de divertirse y entre broma y broma tus amigas te hicieron coco-wash y nos divorciamos, y nos carcajeamos por saber que todo era un contrato de adhesión bizarro. Y nos volvimos a matrimoniar y nos acabamos mi dinero en los juegos de azar y pedí prestado. Se nos volaba la tarde en la fila de los pepinos enchilados, los sándwiches, las espiropapas y los algodones de azúcar. Y te supe para siempre en mi corazón.

Nos guardamos de la lluvia al caer la tarde-noche. Asimilamos el tiempo y nos abrazamos. Saqué de mi bolso a hurtadillas un paquete de cigarros y fumamos, escondidos, a sangre y fuego que compartimos, reíamos tanto que de un momento a otro no supimos que hacer por decirnos hasta el hastío lo mucho que nos pensábamos que terminamos abrazados. Te regalé un cassette que te había preparado con las canciones que tanto gustábamos, con los temas que de sólo escucharlos te me vienes a la mente, a la fecha, como recuerdo sagrado. Tomaste mi mano, con fuerza, como queriendo no desprenderte nunca de ella. Te juré amor eterno, te dije el cielo y más y te hice poema. Cuando al fin cayó la lluvia, tu y yo abrazados. Habrá sido cosa de una hora sin saber cómo seguir sino cerca de nuestros labios. No sabes cómo, ni cuánto, quise besarte pero apenas nuestros labios se rozaron escuchaste tu nombre, a la distancia, y saliste corriendo en la lluvia y me quedé helado.

Esa noche caminaba, ensopado por la lluvia, hacia mi casa; me detuve en la papelería de la esquina y compré un cuaderno. Lo llené de palabras que trataban, de alguna forma, de explicar lo que se me quedó de ese día y tantos otros que vinieron a nuestras vidas. Lo llené de mis mejores versos, de los más emotivos encuentros. Esa tarde, en que nuestra escuela se convirtió en gozoso promenade, se guardó en mi mente, se escribió en mi alma. Esa tarde me regaló el saber que por ti me llegó el don de la palabra.

No sé cuándo fue la última vez que nos vimos. Quizás eras tu en una vía de servicio de una caseta de la carretera de Guadalajara, ésos ojos no se pueden olvidar. No importa acaso. Tu recuerdo para mí es más que una kermesse o un segundo o un encuentro casual. Tu recuerdo vive enmarcado dentro de mi definición del amor y eso es lo más importante. Brindo buenos minutos de todos mis 17-11 para ti.

As hollow as it may be, as shallow as it will be read, this insightful journey remains the most expected and treasured memory I can hold. I still keep my promise, that one of calling you (now in my memory) every single year. Let this be your birthday present.

2 comentarios:

  1. Hola Andoni. Me encanta esta pintura, y la poema tambien. Soy escritora y quisiera pedirle usar el imagen para elizabethkadetsky.com. Favor de avisarme si hay algun derechos. Como usted verá, estoy enamorada de las obras de chagall. Saludos! Elizabeth

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  2. Hola Andoni. Me encanta esta pintura, y la poema tambien. Soy escritora y quisiera pedirle usar el imagen para elizabethkadetsky.com. Favor de avisarme si hay algun derechos. Como usted verá, estoy enamorada de las obras de chagall. Saludos! Elizabeth

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