domingo, 1 de agosto de 2010

Blanco ciego


Prisionero soy, arrasto cadenas y nombres. En la libertad de un sueño, miré mi sol en tu mente; me vi rompiendo una noche; me supe dueño del tiempo, contigo. Pero arrastré cadenas, me volví a mi encierro embriagado por el miedo. En mi celda, guardándome de todo mal, pensé escuchar un secreto pero mi soledad y mi encierro, mi corazón entero, decidieron guardarse en el viento de la introspección y, como siempre, guardarlo todo en silencio.
Penosamente, fue mi encierro volitivo. Así lo quise yo, así se lo brinde a la vida, a mi vida, asi jugó mi pensamiento. Yo sabía volar tan alto como tu, libertad, yo sabía querer que todo me apareciera perfecto, y lo tuve todo y lo deguste placentero, me supe en el cielo y en la navidad y en un verano eterno. Y no fue así y se me acabó lo incompleto, no era para mí, no llegó a su tiempo. Lo muy poco que quedó de mi corazón lo defendí con recelo, lapidado, herido casi hasta la extinción, cerré mis brazos despacio y me protegí completo. Reviví mi corazón gracias al tiempo. Me quedó claro que siempre quise vivir, aun conjurando, aun entre las piedras de una nublada razón que finalmente se convirtió en encierro. Lo cerré tan fuerte que no lo dejo salir sólo para protegerlo.
Prisionero estoy, guardado en la celda de no saber cómo decir lo que siento. Formulando hilaciones de palabras, esquivando todo lo que se me presente nuevo. Tengo miedo de soltar todo lo que siento por ti, libertad, que me llegas a manera de amor, que te enseñas a mis ojos como lo más bello. Yo, atrapado por mis propios desencuentros, atropellado por lo que no soy, no puedo encontrarme, no se cómo se viven las cosas fuera de mi encierro. Olvidé hasta decir lo que se pueda decir, lo olvidé por completo.
No se, libertad, explicarte como gusté de probar tu mundo, tu y nadie más me provocas salir de mi encierro, tu que me llegaste como en un sueño. Por que cada que te pienso, cada que cierro mis ojos y estás en ellos, me sé un hombre nuevo. Bríndame, libertad, mi albedrío de nuevo. Acércate como anoche, despacio, a tiempo, suavemente abre la cárcel que son mis brazos y dejame abrazarte por completo, dejame sentir, violentamente, tus besos. Viveme con paciencia y fe, que te ruego, desde lo más profundo de mi cárcel lo prometo, la llave de mi tiempo eres tu, tu eres el sol que yo veo aquí dentro.

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